domingo, 26 de mayo de 2013

Llamé a tu corazón... y no me ha respondido... (Prosificación del poema de Medardo Angel Silva)




 



Y en esa noche tan cruelmente solitaria y devastadora, me hallaba pensando en tu presencia huraña y esquiva. Llamaba a tu corazón pero este no me respondía. Callado, ausente, ido. Sin latir siquiera, sin un poco de lástima que pueda hacer que reaccione en favor de mis sentimientos. En favor de mi presencia o de mi ausencia. 

En el sinuoso opio encontré solución. Ahí estaba yo pidiendo a drogas fatales que me mientan. Exigiendo a gritos de ellas una explicación a tu comportamiento, engañándome en un torbellino de imágenes psicodélicas.

Todo fue en vano. Contra ti nada puede el olvido, como puedo pues olvidarte si cada que lo intento fallo. Inútil se ha vuelto la tarea que mi corazón y mi cabeza se han propuesto. El olvido no llega. Sino más bien tú recuerdo pega y hiere con más fuerza.

Trasnochado, noctambulo, demacrado. En mi miseria y en mi delirio invoque a la muerte, pensamiento suicida. Llevo en un hilo esta existencia sin sentido, mas todo se vuelve inútil. Ni la parca con su huesuda mano me toca, hasta ella me abandona, hasta ella rehúye a mi presencia, se esconde tras ese árbol marchito del patio, entre las hojas que caen y el viento que sopla. El temor de perderte siempre ha podido mucho más que mi horror por la vida. 

Si pudieras solo darme una muestra de tu cariño. Si solo con tu sonrisa salvaras a esta alma abatida y apesumbrada. Bien podrías sonreír y sentirte dichosa. No te pido más, no te pido besos, no te pido abrazos, no te pido caricias. Solo una sonrisa podría salvarme de este suplicio, solo una mueca insignificante en tu rostro podría dar un poco de paz a este existir maldito.

Me duele hasta aceptar que tanto importas ahora, que mi alma se ha vuelto un pedestal de tu exquisito cuerpo. Aquí estas, más en mí que en ti. Absorbiendo lo que fui, lo que soy y lo que seré. Tomándolo. Arrebatándolo. Matándolo. Las alas que tu mismo hiciste que me brotaran de mi espalda desnuda, esas alas que me sirvieron para volar al infinito de la mano de tu desnudez perfecta; hoy se ha convertido en una alfombra de plumas, que están a tus pies bellos esperando el momento en que por lo menos dignes posarte un instante. Aunque tus pasos no te lleven a mí. Aunque tus pasos te alejen, te borren, me olviden.


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