martes, 20 de febrero de 2018

Frodo Renato, crónicas.

Si 14 vidas son dos gatos,
aún queda mucho por vivir.
-Fito & Filipaldis.

Toda la vida me gustaron los gatos, estuve ligado a ellos desde mi infancia primera, mis tías abuelas mantenían sendos especímenes en la casa de mi bisabuela, parecían tigrillos, grandes, imponentes, con un misterio en su mirada que te helaban a veces.

El recuerdo del primer felino en mi vida fue Pepe Lucho, dormía conmigo, viajaba en las vacaciones, comía verduras, era cariñoso, un buen gato en definitiva, a la final terminó en la casa de mi abuela porque era campo y porque la vida en un departamento no era para un gato, eso según mi mamá.

Cuando fui a vivir en el oriente, viví solo casi un año, hasta que una alumna me regalo una gata pequeña, le puse Frida Renata, solo para darme cuenta un mes después que era macho y como el nombre ya quedó pues solo sustituí las “a” por “o”, Frodo Renato, no sonaba mal y tampoco quise ser tan drástico y cambiarle a algo como Dante o Misifus.

Frodo, el primer dia.
Frodo Renato revolucionó mi vida, llegó pateando tachos, exigiendo un rincón en mi cama, un plato con comida y un recipiente con agua, marcando un arenero que improvise con una caja de cartón, era un gato con carácter, un chugcha. Le bañe para quitarle el millón de pulgas que tenía, ahí recibí las primeras heridas causadas por sus pequeñas garras, heridas que se transformaron en comunes, a veces grandes, a veces pequeñas, mi mamá llegó a creer que era emo y me cortaba, mis brazos tenían una y mil cicatrices por sus arañazos. Arañazos que yo mismo conseguía por invadir su espacio, por exigirle cariño y atención (cuan equivocado estaba, después comprendí que tenía que ganarme su aprobación).

La vida al independizarte y vivir solo no es como la pintan, es vacía, es triste, es sola. Frodo transformó la llegada a una casa sola, en la llegada a un hogar, me dio una razón para regresar al departamento con alegría y apuro, verle, darle de comer, acostarme y esperar que el me acompañe a escuchar a Los Beatles o la radio publica, que se durmiera a mi lado mientras leía un libro o que simplemente me acompañara a ver televisión (eso cuando pude comprarme una).
Frodo se convirtió en algo muy importante en mi vida, hasta podría asegurar que fue lo más importante que tuve en la vida durante una etapa de la misma.

Casi 3 años después regrese a Azogues, el regresó conmigo. Vivimos un mes en la casa de mis papás, hasta que mi esposa llegue a Azogues para establecernos en un departamento que arrende. En ese periodo de tiempo Frodo Renato descubrió poco a poco el placer de la libertad, del salir de la casa y correr por el llano, por la tierra, de subirse a los techos y saltar de árbol en árbol, creo que también saboreó el celo de una gata (estaba castrado, pero tenía un testículo que no descendió, así que la castración no sirvió de mucho).

Al cambiarme de casa, a unos metros de donde mis papás, nunca logre que Frodo entre a mi casa y conviva conmigo, siempre regresaba a la casa de mis papás. A la final lo deje ahí, le daba el alimento y aprovechaba cada que podía para acostarme con él o pasarle acariciando cuando lo veía.

Obviamente, la libertad le pasó factura, llegaba herido a casa, las visitas al veterinario aumentaron y nunca pude mantenerlo dentro casa de mis papás o en el departamento, siempre buscaba la forma de escabullirse y regresar a los dos días. Un día, dejó de llegar. Pasaron los días y la preocupación se escondía debajo de un “ya a de volver, así son los gatos”. Nunca volvió.

Frodo me acompañó por 6 años, me dio todo lo que pudo darme, yo hice lo mismo, Frodo fue mi compañero, mi amigo, mi confidente, mi todo. Se marchó, llevándose la duda de su posible muerte, la esperanza de que haya encontrado un nuevo hogar, o de que por último, se haya ido a vivir en la playa con dos manabas sin decir nada, porque las despedidas son dolorosas, porque decir adiós no estaba en sus planes, porque quizá, y solo quizá, él me espere en otra vida, a la final tiene siete y yo solamente una.

Gracias gato infeliz, por todo…




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