Y en esa
noche tan cruelmente solitaria y devastadora, me hallaba pensando en tu
presencia huraña y esquiva. Llamaba a tu corazón pero este no me respondía.
Callado, ausente, ido. Sin latir siquiera, sin un poco de lástima que pueda
hacer que reaccione en favor de mis sentimientos. En favor de mi presencia o de
mi ausencia.
En el
sinuoso opio encontré solución. Ahí estaba yo pidiendo a drogas fatales que me
mientan. Exigiendo a gritos de ellas una explicación a tu comportamiento,
engañándome en un torbellino de imágenes psicodélicas.
Todo fue en
vano. Contra ti nada puede el olvido, como puedo pues olvidarte si cada que lo
intento fallo. Inútil se ha vuelto la tarea que mi corazón y mi cabeza se han
propuesto. El olvido no llega. Sino más bien tú recuerdo pega y hiere con más
fuerza.
Trasnochado,
noctambulo, demacrado. En mi miseria y en mi delirio invoque a la muerte,
pensamiento suicida. Llevo en un hilo esta existencia sin sentido, mas todo se
vuelve inútil. Ni la parca con su huesuda mano me toca, hasta ella me abandona,
hasta ella rehúye a mi presencia, se esconde tras ese árbol marchito del patio,
entre las hojas que caen y el viento que sopla. El temor de perderte siempre ha
podido mucho más que mi horror por la vida.
Si pudieras
solo darme una muestra de tu cariño. Si solo con tu sonrisa salvaras a esta
alma abatida y apesumbrada. Bien podrías sonreír y sentirte dichosa. No te pido
más, no te pido besos, no te pido abrazos, no te pido caricias. Solo una
sonrisa podría salvarme de este suplicio, solo una mueca insignificante en tu
rostro podría dar un poco de paz a este existir maldito.
Me duele
hasta aceptar que tanto importas ahora, que mi alma se ha vuelto un pedestal de
tu exquisito cuerpo. Aquí estas, más en mí que en ti. Absorbiendo lo que fui,
lo que soy y lo que seré. Tomándolo. Arrebatándolo. Matándolo. Las alas que tu
mismo hiciste que me brotaran de mi espalda desnuda, esas alas que me sirvieron
para volar al infinito de la mano de tu desnudez perfecta; hoy se ha convertido
en una alfombra de plumas, que están a tus pies bellos esperando el momento en
que por lo menos dignes posarte un instante. Aunque tus pasos no te lleven a
mí. Aunque tus pasos te alejen, te borren, me olviden.